Mirar al futuro no tiene gran ciencia, ¿o sí? Es decir: no es gran cosa predecir lo que puede suceder, sólo se requiere un poco de entendimiento, sentido de la anticipación y sentido común.
Tal vez no me esté explicando bien, así que, con peras y manzanas, esto es a lo que me refiero: supongamos que la historia soy yo. Conozco mi pasado y situación presente. También tengo planes para el futuro, así que conozco el potencial a largo plazo. Como individuo me caracterizan ciertos rasgos y tipos de comportamiento, por lo que puedo identificar patrones. A mi alrededor se encuentra cierto tipo de personas, como mi pareja, familia, amigos, etc. Entonces, si sé lo suficiente sobre mí mismo y el ambiente en el cual me desarrollo, puedo comenzar a imaginar, incluyendo a los ya mencionados sentidos común y de la anticipación, qué podría suceder si siguiera determinado curso de acción. Si dicho curso de acción es determinado por las acciones presentes, pues no podría ser de otra forma (causa y efecto), el resultado, aún en la imaginación, debería ser cercano a lo que realmente podría suceder. Sí, a ese "podría suceder" también se le conoce como "futuro".
¿A poco no tiene sentido?
Un ejemplo más: en su libro "El camino del encuentro", Jorge Bucay (agradezco a Lola por habérmelo prestado) habla sobre el amor. Explica cómo, al exteriorizar o compartir dicho sentimiento, las personas amplifican diversos aspectos en medida que muestran más o menos amor. Es decir, si soy celoso, mientras más te quiera más celoso seré contigo. ¿Acaso no es este un comportamiento predecible?
Y no sólo el amor es predecible, ¡cualquier sentimiento es predecible y amplifica, para bien o para mal, todas nuestras virtudes y defectos!
Ahora, imagina que conjuntamos todo lo anterior en un gran masacote de forma redonda y con poderes mágicos. Sería algo así como una bola de cristal. Una bola mágica de cristal con la cual, analizando sus adentros, podremos visualizar el futuro.
Hagámonos bolas.
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