No recordaba que a veces siento la necesidad de sentir tan fuerte como pueda, de cerrar el pensar y meterme debajo de una idea. Leer el mensaje una vez, dos veces, tres... cuatro. De (mal)interpretar y sentir. Reducir cualquier estímulo al mínimo, de apagar la luz, de no ver tanto brillo, tanto color. De inundar mi cabeza, sobrecargarme y querer explotar. Nunca lo he logrado, me han dicho que soy muy confiado; porque no confiar en mi cuando nunca he descuidado mi latir. Juego conmigo (¿para que?) para no jugar con alguien mas, para recordarme que hay sorpresa. Simpre que hay algo que puede salir mal lo imagino de la peor manera, lo siento de la peor manera porque me gusta. Ahi está la sorpresa, el mundo no es como quisiera; ah, vaya revelación. Recuerdo una vez en la vocacional que estaba baboseando con un par de amigos y empezaron a jugar con mi sweater, me lo quitaron y lo pusieron alrededor de mi cuello, (para darme una buena arrastrada supongo) y cada uno empezó a jalar el sweater